sábado, 5 de febrero de 2011


La Prehistoria

Los primeros indicios humanos de lo que hoy constituye Francia se remontan al Paleolítico, hace alrededor de 25.000 años, cuando grupos de la Edad de Piedra se establecieron en el Valle del Dordoña, en el suroeste de la actual geografía del país. Las huellas de estos grupos han quedado reflejadas en la serie de pinturas rupestres existentes a lo largo del Valle del Dordoña, siendo las más excepcionales las de La Grotte de Lascaux en Montigna

En el neolítico, entre los años 12.000 y el 4.000 aC. los asentamientos humanos se regularizaron en torno a los valles de los cuatro ríos más importantes de Francia (Dordoña Loira, Ródano y el Sena). Numerosos restos de herramientas de trabajo y artículos de cocina dan muestras del grado de avance de aquellos antiguos habitantes que se iniciaban en la agricultura.

Celtas, Galos y Griegos

Hacia el año 450 aC. los pueblos célticos ocuparon la zona del norte y se apropiaron de sus montañas y bosques mezclándolos con sus tradiciones y leyendas. Los galos o gálicos, se consideran los habitantes franceses por excelencia. Un poco antes, en el 600 aC. los griegos se asentaron en la zona mediterránea dando nombre a Corsica, actualmente la isla de Córcega y fundando Massilia, hoy convertida en el Puerto de Marsella. Como en otros sitios, los griegos dejaron parte de su civilización clásica diseminada por la zona y evitaron entrar en enfrentamientos con los habitantes del norte. En la coexistencia de estas dos culturas se entrelazan las raíces del actual pueblo francés.

Romanos y Francos

Durante el Imperio Romano, hacia el año 120 aC. la zona mediterránea sucumbió a los ejércitos del César (los galos resistieron hasta el año 50 a C.). Julio César logró vencerlos e inició la unificación de lo que hoy es Francia.

En las márgenes del Sena, así como en una de las pequeñas islas que se encuentran en el interior de este río, nació una pequeña población a la que los galo-romanos llamaron 'Lutetia' (ciudad del barro), misma que más tarde se convertiría en París. Esta ciudad recibió los numerosos asaltos de varios pueblos bárbaros: visigodos, ostrogodos, burgundos y francos. El ataque más fuerte que vivieron fue el de Atila, rey huno, que estuvo a punto de destruir la ciudad entera. Finalmente fueron los francos quienes lograron vencer a los galo-romanos y asentarse en Lutetia, a la que llamaron París, en honor a una tribu de pescadores del Sena, los parisi.

Con el rey Clodoveo y el dominio franco, se inicia la Etapa Merovingia. En ella los francos se convierten al cristianismo y edifican grandes monasterios y centros de cultura como Limoges, Tours y Chartres entre el año 490 y el 511 dC. A partir de la conquista de los francos, París se convierte en el centro del imperio; un centralismo que perdura por largo tiempo y que hace de esta ciudad el principal objetivo de asalto para cualquier conquistador.

Del siglo VIII al siglo XIII

La entrada en escena de los árabes en el mundo europeo hacia el año 730 dC., obliga a cambios en los sistemas y jefes de gobierno. Carlo Magno se convierte en Rey y detiene el avance árabe aunque es derrotado en la Batalla de Roncesvalles. Es en este periodo cuando se delimita la frontera con España y el Sacro Imperio se extiende hasta Alemania. A la muerte de Carlo Magno viene una sucesión de reyes que logran sostener el Sacro Imperio hasta el año 987, cuando la parte oriental pasa a ser Alemania y la occidental Francia.

La elección de Hugo Capeto como rey de Franciaen el 987 da inicio a la dinastía de los Capetos en la que se establece el principio monárquico hereditario. Un breve periodo de orden y tranquilidad posibilita el fortalecimiento de las relaciones con la Iglesia Romana y el desarrollo de la cultura, el arte y la arquitectura, cuyo estilo románico se refleja claramente en las catedrales de Autun y Angulema.

En 1066, los normandos, a las órdenes de Guillermo el Conquistador, toman Inglaterra. El reino anglonormando adquiere poder y es motivo de lucha cuando Leonor de Aquitania, casada con Luis VII de Francia, pasa a ser la esposa de Enrique II de Inglaterra, adjudicando así el territorio normando a los ingleses.

Durante los dos siglos siguientes, la fuerza árabe ocupará a los europeos en las Cruzadas para frenar su influencia. Estos periodos se verán salpicados de numerosos episodios de lucha entre los reinos de la zona con los anglonormandos y la influencia de la Iglesia Romana que terminará instalando la Sede Papal en Aviñón hacia 1309.

El Renacimiento

El periodo comprendido entre 1330 y 1598 representa una fase de luchas constantes contra los ingleses; en éste se enclava la conocida Guerra de los Cien Años. El término de esta rivalidad se da cuando los franceses recuperan Calais y los ingleses salen del territorio franco. Es también en esta fase cuando se da la invasión italiana, que más que militar es cultural a través de los artistas invitados a las cortes por Francisco I. Entre éstos destaca Leonardo Da Vinci que hizo de Francia su tierra de éxito. El Renacimiento llega y se instala gracias a este desliz cultural del monarca y a la presencia de los genios italianos. En los últimos años del siglo XVI se suscitan numerosas guerras religiosas entre católicos, protestantes y hugonotes, después de las cuales se genera el primer clima de tolerancia religiosa y libertad de culto.

La llegada al poder del Primer Rey Borbón, Enrique IV (1598) marca un periodo de esplendor cultural y artístico. Luis XVI, el Rey Sol, logra hacer de Francia la nación más poderosa de la época. El poder económico del país es terreno para engendrar las ideas de la Ilustración, el Enciclopedismo y el Método Científico a partir de las cuales comenzará a gestarse la Revolución.

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